Desde el principio, el trabajo de Luis Gonzáles Palma ha sido una reflexión a la vista. ¿Cómo se construye? En nuestra experiencia interna, ¿un par de ojos que nos ven constantemente? ¿Cómo se interpretan, dentro de nosotros, las sombras, el brillo y toda la geografía implícita en cada fotografía? Si nuestra visión se crea desde lo social y cultural, podemos concluir que cada punto de vista político y que toda creación artística está sujeta a este juicio. La vista como poder. Cuestionar nuestra visión y, por lo tanto, nuestras formas de reaccionar ante el mundo. A lo largo de su trabajo, ha tratado de crear imágenes que inviten a un examen minucioso a través de lo que él llama "contemplación emocional", dando sentido a las imágenes desde su belleza.

En el primer período de su trabajo, se centró en crear metáforas a través de retratos frontales con la vista del personaje fijo mostrando su dignidad, al tiempo que evidenciaba la fragilidad de su ser. La cara era un pretexto para representar la condición humana. Retratos en los que se puede percibir la soledad y la solidez emocional al mismo tiempo. Su vista, llena de contradicciones y ambigüedades. La fuerza de la visión está en confrontar el punto de vista del espectador consigo mismo, con el mismo poder que el espectador coloca sobre la pieza. Para el observador, descubrirse uno mismo allí, en esa visión interna, silenciosa, acompañada por la cara inmóvil que lo observa, es tomar conciencia de que compartimos un destino común. Una reflexión sobre la belleza como fragilidad, la memoria como dolor y el tiempo como caída, la fotografía presenta la muerte con los ojos abiertos.

Estos proyectos, los más recientes, han sido concebidos con el deseo que contiene la imagen, y de alguna manera enfatiza lo invisible. Palabra fundamental y experiencia que sustenta estas aventuras visuales. Al igual que lo que no ves cuando miras, lo que no dices cuando hablas, como todos esos silencios contenidos en una sinfonía, este trabajo es un intento íntimo y muy personal de darle un cuerpo al cuerpo. Fantasmas que gobiernan las relaciones personales, las jerarquías religiosas y los que gobiernan en política y en la vida.